domingo, 5 de mayo de 2013

"A veces, cuando quiero hablar con Jesús mis rodillas dobladas no son suficiente. Mi cabeza agachada no me deja verlo claramente. A veces su inmensa creatividad me pone citas en lugares que solo existen en su mente y en la mía. Cuando no entiendo que sucede, cuando las circunstancias apuntan hacia lo malo, hacia la incertidumbre...Él me lleva a un lugar secreto.
Camino por un bosque en mi mente, de Su mano. Me cuenta chistes mientras llegamos. Hay un lago al final del camino y un jardín lleno de margaritas.Siempre observamos la naturaleza y Jesús, aunque es Dios, se sorprende conmigo, me deja contarle cosas que Él ya sabe y se ríe de los chistes que Él ya sabe. Él apunta hacia el lago, la naturaleza, las flores y me pregunta: "¿Esto siempre fue así de hermoso?" Yo quedo en silencio, sus preguntas son tan profundas que sólo me queda respirar, comerme un dulce y tomar fotos.
La respuesta es: No. Este paisaje fue pintado sobre llanuras rocosas, sequía y desorden. Nuestras vidas son iguales, no tenemos lagos porque nuestro corazón está herido y seco, sediento de Él. No tenemos margaritas porque no somos buena tierra para sembrar. Hay dolor.
No somos árboles fructíferos, porque nuestras raíces están secas, detenidas por piedras, orgullo, autosuficiencia, obras. Pero para eso está Jesús.
Él ya sabía lo desolados que nos encontraría, Él no se sorprende de los lagos secos, le encanta darle vida a lo muerto. Él sopla y todo cobra vida, color, sonido, movimiento.
Él pinta la sonrisa de los niños, Él seca las lágrimas del quebrantado, Él mima al bebé que está solo y abandonado, Él corteja a la chica que le acaban de romper el corazón y Él sale a caminar alrededor de un lago, al lado de personas como yo...Que sólo toman fotos, callan aunque no entiendan...torpes, distraídos, que sólo ven lo árido..."