lunes, 3 de diciembre de 2012

Déjenme respirar loco!

Lunes a la mañana faltaso a la escuela. Chocolatada, sanguche de queso al microondas. Descanso. Preocupación. Música. Dolor de cabeza. Olor a quitaesmalte.
 Lectura de aquello que se me asemeja, un blog que relata una realidad como la mía, un poco más...un poco menos. Siempre lo mismo, no cambio más.
(Derrepente todo me resulta tan conocido, tan mío. Y eso que nunca lo fue. 
¿Qué tan grande es la capacidad que tenemos de hacer las cosas propias? ¿Con que necesidad? ¿Es que realmente sentimos que no tenemos nada?)

De a poco todo se va, todo se renueva. Todo cambia! Los tiempos cambian, las personas crecemos....todo gira, transcurre. Las personas vamos y venimos, como la oleada.
Será entonces que llegó el momento. El momento de respirar, (Pero que sea aire puro por favor!) Quiero respirar. Necesito respirar. 
De la escuela, de la gente que me rodea, de mis actividades, de las personas que quise y ya no quiero querer, de aquellos que me cuesta querer y me quieren. Necesito respirar de la música, de la tierra, de los mandalas, de mis cuerdas vocales. Necesito respirar de la cuerda que le falta a mi guitarra, respirar de los directivos. Respirar de aquella desconocida, de aquel chanta, del colectivero y hasta de las aves...

Déjenme, puedo crecer si me dejan. Puedo respirar si me dejan. Déjenme.
Déjenme con mi Adviento, mi iglesia, mi religión, mi cuaderno, mi evangelio, mi rosario, mi denario. Déjenme con mis mil tarjetas de navidad, déjenme con mi pesebre, mi oración, mi comunidad, mi compartir. Déjenme ahí abajo de un árbol al sol. Con 104 libros sin leer, mis anhelos, mis sueños, mi cielo. 
Déjenme despeinada, (Y si es con alpargatas mejor aún), con mis pinturas, mis pinceles, mis dibujos despeinados. Déjenme con mis galletas celíacas, déjenme con mis flores.

Simplemente déjenme conmigo misma. 

(Profundizando)