miércoles, 18 de abril de 2012

Me había olvidado de mí. Y de lo que acá le gritaba al mundo por así decirle. Comencé a guardarme las palabras para mí, en mis cuadernos, en papeles, en mis cajones, en "el ático del alma". Ya no las compartí. No sé porque deje de hacerlo, ese fue el mayor motivo por el cual abandoné de terrible forma este blog. Pero no quiero hacerlo y a la vez tampoco quiero seguir hablando. No le encuentro sentido a ninguna de las dos cosas.
Estoy tan mareada. ¿Que tengo para decir? Nada. Ya no puedo decir nada. Ni a mí, ni a vos, ni a él. Si yo no me importo, si vos no me escuchas, si él ya no sonríe. ¿Que especie de alegría voy a conocer si no conozco la más linda, la de su sonrisa?
Mejor me callo.