miércoles, 9 de febrero de 2011

Si juzgas a la gente, no tenes tiempo de amarlas.
Hace cuatro años yo, era una mala persona. Si, ahora me doy cuenta. Mi segundo nombre era prejuicio. No me da vergüenza decirlo. Para mí las personas eran lo que aparentaban ser. Realmente tenía el cerebro quemado. Para mí tal era asquerosa, por ende lo era. Tuve la suerte de conocer muy bien a esa tal, y me di cuenta que es una de las mejores personas que conocí en mi vida. Aquellos para mi, eran lo que demostraban ser. Gente que no les interesa el otro, creía que jamás iban a dejar de ser así, y estaba equivocada. Porque no al fin, sino al comienzo de la historia, todos pudimos abrir los ojos. Hay gente que hoy en día sigue creyendo que “ellos” no cambiaron, y aplican a diario el prejuicio. Está mal, me molesta que no lo entiendan. Deseo de corazón que aquellas personas que hoy en día son como era yo hace cuatro años atrás sean quienes son realmente, que no se dejen llevar por lo que los demás demuestran ser. Si dudan de sus personalidades, no se queden con la apariencia sin llegar a conocerlos. (Tomar nota, no juzgar sin conocer.) Básicamente eso, me di el gusto de saber quiénes son. Hoy en día, poco menos de diez de ellos, son parte de lo más importante de mi vida, y todo esto gracias a revolver un poco del pasado. Aquellos años estaba terriblemente enojada con la vida. Asique eso, no juzgues, lo digo por propia experiencia. “No todo es lo que aparenta” Flor de lema!