sábado, 12 de junio de 2010

"La paciencia es amarga, pero sus frutos son dulces".
Cultivar la paciencia, saber esperar es uno de los aprendizajes más importantes que debe realizar el ser humano.
Desde pequeños vamos sometiéndonos voluntariamente a esfuerzos que nos perfmiten llegar a conseguir un bien mayor.
Con las relaciones humanas ocurre lo mismo, practicando la paciencia aprendemos a no enfadarnos cuando alguien se equivoca, aprendemos a tolerar los fallos de los demás y admitir los propios.
La capacidad de saber esperar, de soportar la angustia y la ansiedad cuando deseamos algo con impaciencia es el mejor antídoto contra las relaciones destructivas.